8.5.16

[Reflexiones] ¿Humano domesticado?

Para el buen amigo Mauricio, a quien hace rato no escribo pero frecuentemente recuerdo por esas largas y amenas charlas sobre todo y nada.

Para KikasFlowers, con quien compartí esta conversa hoy por la mañana. 

La reflexión llega justo a tiempo. De pronto en la vida se encienden luces amarillas y te llevan a ver la vida en retrospectiva y pensar. Pensar, esa afortunada cualidad del ser humano. Si eres un ser humano en proceso de domesticación, todavía puedes estar a tiempo de leer esto.

Comienzas buscando un documento y terminas enredado en el baúl de los recuerdos. La mente se va y empieza a reclamarte: "Tantos viajes y aventuras y mírate ahora. No eres más que un cuarentón sedentarizado: vas al club, hablas de futbol, box, coches del año, colegiaturas y de las últimas proezas de los infantes del grupo... Bien, lo lograste. Tienes amigos y eres parte de un grupo social. Eso querías, ¿no?".

También tienes un grupo de trabajo y hasta perteneces a una asociación que ha pasado -retos de lo local- por una serie de debates, pugnas por el poder y conflictos de identidad. Eres un hombre domesticado. Pronto entrarás en los pagos en "cuotas chiquitas" y la competencia de ver quién lo tiene más grande (el auto, por supuesto). 

Diez años atrás estabas en plena maestría caminando por los Andes, transpirando en plena selva peruana y peleando con los conservacionistas que ni siquiera aceptaban que el ecoturismo fuera útil a sus impolutas áreas protegidas. Tenías dos pantalones, cinco playeras, 6 mudas de ropa y un día caminabas con llamas a más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar y otro acampabas en el bosque seco de Tumbes, mientras visitabas pirámides y conocías comunidades Ashaninka que vivían con una túnica y sin mayores lujos que una cerveza de vez en cuando. 

Escribías la historia de un jaguar en tierra de otorongos y buscabas comprender a un país con los consejos de un nuevo amigo que te envió a Huancavelica, así de frente, a cagarte de frío en el Tren Macho. "Verás el Perú profundo", dijo. Y lo viste. Eran tiempos de descubrir, de recorrer el sur de caminar, de mochilear, de no cansarte de ver y de pensar. 

¿Por qué decidiste cambiar todo eso? Por un auto, una casa linda y una moto. Por el sueño mal entendido de cambiar a este país. Como si no pudieras continuar cambiando todos esos espacios en los que has estado y que sí te lo han agradecido...  Decidiste establecerte ahí donde prácticamente nadie quiere cambiar nada; donde puede más el ego que la construcción participativa. No entendiste que tú no eliges al cambio: el cambio te elige a ti. Sin darte cuenta, optaste por volver y jugar el juego que juegan todos... el juego del hablar mucho y hacer poco. 

Y paso a paso guardaste las alas, te hiciste paciente, negociador, adaptable, afable y respetuoso, pensando que se puede cambiar al resto "desde adentro". ¿Pero cuándo alguien cambió algo desde adentro? Los change makers son residuales, foráneos, outsiders, intempestivos, sociópatas y anti-establishment. Y son un peligro cuando se establecen y adaptan, justamente por eso, porque se institucionalizan y se vuelven hasta más conservadores que los que estaban antes: ¿no dijo Hobsbawm, que "el problema del socialismo fue que se hizo conservador"? Bad choice, amiguito. 

What's next? What now? ¿Institucionalizar tu revolución? ¿Huir? 

¿Desplegar las alas y volar o guardar el traje de viajero y desempolvar la camisa planchada y seguir al Opus Dei, al PRI o al gobierno de turno? ¿Por qué no pedir de una vez una hipoteca y hacerte de una-camioneta-2017-a-veinticuatro-meses-sin-intereses? Ya que estamos en esto, también podrías buscar una chica de apellido, tener tres hijos y hacerte de una suegra de labios y tetas infladas y culo levantado. ¡Vaya poder de adaptación!

¿Recuerdas cómo la cantabas? 

"No te equivoques, yo no soy para ti
ave de paso, cambio con el el viento,
tal vez mañana me encuentre lejos, 
tan lejos como me lleve el mar... 

No quiero casa con jardín
No quiero tener la cena a las nueve
ni nadie que dependa de mí... 
Y de aquí allá yo voy, 
no importa a dónde voy.
Y no hay nada que 
Y no hay nadie que 
me detenga..." 
(La Unión, De aquí y de allá)

Decidiste llegar a un sitio conservador; optaste por bajar las maletas un tiempo y abrir el baúl para retomar fuerzas y dejarlo ventilar. 

Ahora prueba que puedes sobrevivir siendo ése que eres tú y aportar sin morir en el intento. Se puede, sin duda, solamente hay que evitar caer en las manos de las sirenas y los lotófagos. Peligroso deporte, el de bailar, cantar y gozar con ellas al tiempo que te mantienes en el timón: amárrate al mástil y tápate los oídos cuando tengas que hacerlo.  
Aporta, di lo que piensas, lo que sientes, y no te olvides que no hay ser más libre que el que no tiene apegos porque así no tiene miedo de todo perder, de caer del favor de los poderosos. Libertad, se llama. 

Lucky Luke, los Jedi, Rahan, Doc Justice, Jack London, Hemingway, Ulises... seres y personajes que solo tienen algo en común: que dejaron de existir cuando decidieron dejar de ser lo que eran: aventureros, nómadas, viajeros y seres del andar. Ahora te toca a ti decidir el lado del que quieres estar. ¿Tiempo de qué es hoy?

Pero eso sí... si lo vas a hacer, hazlo ya, porque te puedes quedar con las ganas, como los chicos del San Francisco.

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